martes, 3 de marzo de 2009

Muerto


Recibí otro de los fabulosos "ocasos" creados por mi hermano Héctor. (la imagen sí es elección mía)
A disfrutarlo:

Voy caminando por laberintos y ángeles de piedra,

Junto a hidras de maliciosas sonrisas.

Hay cabezas cenicientas y decaídas alrededor,

Merodean gimiendo blandamente

entre lágrimas de piedra,

Excitando al silencio, en un frenesí de estrellas difuntas,

Y ahora inertes.

Yo solamente camino deseando verte

Al final de este sendero de musgos quebrados y fuego.

Ojala pudiera robar de tu mano desnuda

Y cautivarme de nuevo de tu cuerpo entero.

Ahora alzo de nuevo mi mirada equívoca

Hurgando por tu aliento en estas tinieblas que no cesan.

Ha caído un adiós desde el gris profundo del cielo,

Mis pies se apresuran otro poco entre la penumbra

Sorteando los juglares cadavéricos del tiempo.

Y tu, ¿dónde estás?

Quizás estático, navegando entre tanto beneplácito dominante

Y esos crepúsculos de atroz misterio,

Que solamente procuran derrumbar mi alma otro poco.

Voy vagando como una musa de inhóspita paz,

Vestido de satenes blancos como pétreas amapolas,

Y una cofia de astros efímeros defendiendo mi angustia.

Hay estatuas a mi alrededor,

Soporíferas quimeras de pesados pies y alas de albardilla;

Susurrantes escoltas y dominantes de pesadillas

Que adornan mi boca sedienta de víctimas.

Prolongo un instante casi interminable mi agonía,

Ilumino mis manos con nimbos plomizos y fuliginosos vientos

Que humedecen con estridente calvario mi culpa.

Ya no te veo como antes lo hiciese frente a huidizas glorias,

Solo tengo esta senda de cálices torturantes y miedo.

Ya no estás embalsamando mi respiro,

Ahora tu vacío lo ocupan estas lagrimantes efigies

Que custodian mi caminar,

mientras se diluye todo hacia un inmortal gris.

La luz comenzó a emerger desde el confín mismo de la nada,

Como floreciendo de una herida, centinela del horizonte.

Me dejé llevar lentamente,

sin demasiada prisa y con elegancia seráfica,

La melodía sublime me acompañaba

Y tu voz menuda me apaciguaba

Detrás de estas rejas brutales.