Me restallan las manos,
se cae la pintura de las paredes,
se doblan las manecillas,
se rasgan los tablones de pino
y nada pasa;
nada pasa mas el tiempo.
A dónde se habrán escondido,
de qué habrán huído,
de quién,
de qué palpitada o suspiro,
de qué uña,
de cuál lago.
Quizás si construyéramos un altar
ellas volvieran;
o no, no hagas nada,
que sea yo la que clame por su presencia,
al fin que soy la abandonada;
no hagas nada, no,
no.
O sí has algo,
finge que no existes,
pretende que estás ausente,
que este tiempo es el de antes de éste,
que estoy sola,
que muero...
eso, finge que muero
y tal vez ellas vuelvan
a regodearse en mi sangre cobarde
o a beberse mi último aliento
y dejarlo pegado por los libros abiertos
como si fueran señaladores.
Eso, vete, déjame muerta entre las hojas secas,
su morbo las traerá de regreso
y una vez cerca,
una vez que estén dentro,
una vez que hayan besado mis manos,
cerraré la jaula.
se cae la pintura de las paredes,
se doblan las manecillas,
se rasgan los tablones de pino
y nada pasa;
nada pasa mas el tiempo.
A dónde se habrán escondido,
de qué habrán huído,
de quién,
de qué palpitada o suspiro,
de qué uña,
de cuál lago.
Quizás si construyéramos un altar
ellas volvieran;
o no, no hagas nada,
que sea yo la que clame por su presencia,
al fin que soy la abandonada;
no hagas nada, no,
no.
O sí has algo,
finge que no existes,
pretende que estás ausente,
que este tiempo es el de antes de éste,
que estoy sola,
que muero...
eso, finge que muero
y tal vez ellas vuelvan
a regodearse en mi sangre cobarde
o a beberse mi último aliento
y dejarlo pegado por los libros abiertos
como si fueran señaladores.
Eso, vete, déjame muerta entre las hojas secas,
su morbo las traerá de regreso
y una vez cerca,
una vez que estén dentro,
una vez que hayan besado mis manos,
cerraré la jaula.