Mueren las últimas lágrimas egoístas,
el luto va mermando
pero queda la derruida casa, vacía,
como un monumento a su ausencia;
queda la jaula de su cuerpo,
inerte, inerme, jubilosa, burlona.
El olor de la agonía
todavía cuelga de los balcones
y las rosas del jardín repelen su aroma;
parecen saltimbanquis tortuosos
los abetos, los setos, los ombúes.
Camina cándido su fantasma
por las habitaciones altas donde habitan ojos,
vaga por altillos y terrazas
arrastrando sus alas agotadas
e inservibles ya para la huida.
el luto va mermando
pero queda la derruida casa, vacía,
como un monumento a su ausencia;
queda la jaula de su cuerpo,
inerte, inerme, jubilosa, burlona.
El olor de la agonía
todavía cuelga de los balcones
y las rosas del jardín repelen su aroma;
parecen saltimbanquis tortuosos
los abetos, los setos, los ombúes.
Camina cándido su fantasma
por las habitaciones altas donde habitan ojos,
vaga por altillos y terrazas
arrastrando sus alas agotadas
e inservibles ya para la huida.
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