(...) only do not leave me in this abyss, where I cannot find you!
Emily Brontë, Cumbres Borrascosas.
Qué se dirá de mi fantasma cuando lo vean
posado en el vano de la ventana,
sollozante, suspirante, expirante en dolor;
quizás la trasparencia, dirán, es igual a la ausencia
que de su alma se expande;
quizás llore por un amor perdido, quizás llore
por ser conciente de su muerte.
Nada sea dicho, todo callen,
la piedad lastima como un rayo de fuego
y deja una marca profunda, caínica, luciferística;
¿qué habrán de saber del abismo en que fue abandonado
mi fantasma vivo?,
porque vivía aún cuando fue muerto,
a pesar de lo que se diga.
Los que no habrán de callar son los cuervos
que no me conocieron
pero que lloran así aun mi pena, la devoran
como a un suculento intestino o entraña.
"¡Qué ha hecho, qué ha hecho!
Tan cruel abandono...
el fantasma llora y en las tinieblas se desvanece,
quizás sea hora de doblar las campanas".
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