...Y cuando la vi allí parada...
juro... juro que me hería el alma
verla allí parada
estrangulando sus manos,
aflojándole el aire desde el vientre,
desde las entrañas.
Allí estaba ella,
desabotonándole la camisa
para poder morderle el corazón con presteza,
para que no se le escapara
ni una gota de sudor
por la comisura de los labios.
Y ella se regodeaba,
se relamía ante su dolor
y a mí me daban nauseas
de verla trocando sus ojos por papeles
totalmente blancos
y vacíos.
Me causaba repugnancia verla presionando sus ojos
para sacar de ellos
una pizca de vida,
y tan lentamente se las sacaba
que no moría nunca.
Me desesperé en la ausencia
del calor de su cuerpo
pues ella lo retenía lejos,
lo guardaba para ella,
ella siempre fue egoísta,
maldita hermana de la vida.
Y no tuve otra alternativa
que llamarla por su nombre para que así
pareciera menos amenazante,
para traerla a la realidad
sostenida del cuello.
Fue un delirio,
creí que al nombrarla sería como un hechizo,
creí que su nombre la ahuyentaría,
que el hecho de que yo lo supiera
le daría miedo
como a un Rupelstinski.
Fue un delirio,
pues en ese momento se abrazó a mi pecho
y comenzó a robarme el aliento,
sentí sus manos heladas en mi espalda
y su lengua atravesando la piel.
Y yo pensé "¡qué bueno!"
y me sentí aliviada de ser su víctima
pues ahora él estaba libre:
la tristeza era toda mía.
3 comentarios:
La idea es muy buena, también el desarrollo.
El cierre, genial.
Un cordial saludo.
muy bueno el blog, me encanto descubrirlo... saludos
Muchas gracias a ambos por entrar en mi pequeño mundo, por leerme y por dejarme sus palabras.
Saludos
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