Dama, te crees la soberana de los ideales,
te ciñes a la cabeza la corona
que sólo tú misma puedes ver.
Reina de los nadies,
te sofocas las ansias por demacrarnos,
por ponernos por lo bajo
por sacarnos las ganas de respirar
en tu dizque-mundo.
Dama, ¿a quién engañas con tu manto de púrpura
cubierto de polillas y arratonado?
¿a quién quieres someter
con ese cetro oxidado?
Reina de los pobres diablos,
si decimos no a tus síes
¡que los dioses nos guarden!
¡Ay! cuánto temor, cuánto miedo.
Dama, te piensas por sobre nuestras cabezas,
te pones de puntillas
para mirarnos de arriba
pues de otra manera no puedes.
Toma, soberana, te cedo mi banquillo,
párate sobre él y si quieres
me postro ante ti, total
sabes muy bien que es una farsa.
Sírvete, soberana, te extiendo la alfombra roja
y sobre ella pétalos de rosa,
total por más que aromen ellos
tu mente igual apesta.
Dama, seremos tus lacayos de fantasía
de piedad te digo, lo seremos,
reina de los nadies, nadie en ti misma.
te ciñes a la cabeza la corona
que sólo tú misma puedes ver.
Reina de los nadies,
te sofocas las ansias por demacrarnos,
por ponernos por lo bajo
por sacarnos las ganas de respirar
en tu dizque-mundo.
Dama, ¿a quién engañas con tu manto de púrpura
cubierto de polillas y arratonado?
¿a quién quieres someter
con ese cetro oxidado?
Reina de los pobres diablos,
si decimos no a tus síes
¡que los dioses nos guarden!
¡Ay! cuánto temor, cuánto miedo.
Dama, te piensas por sobre nuestras cabezas,
te pones de puntillas
para mirarnos de arriba
pues de otra manera no puedes.
Toma, soberana, te cedo mi banquillo,
párate sobre él y si quieres
me postro ante ti, total
sabes muy bien que es una farsa.
Sírvete, soberana, te extiendo la alfombra roja
y sobre ella pétalos de rosa,
total por más que aromen ellos
tu mente igual apesta.
Dama, seremos tus lacayos de fantasía
de piedad te digo, lo seremos,
reina de los nadies, nadie en ti misma.
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