Si en melancólica muerte parto dejándote, amado,
una rosa por sepulcro en la que llorar tu pena,
no la ajen tus manos buscando las mías
que ¡ay!, habrán sucumbido
a las tiernas caricias de la tierra.
Si riegan las raíces de mi rosa tumba
tus lágrimas tristes de amante abandono,
ha de florecer bella y quejumbrosa,
cubiertos sus pistilos de miel agridulce.
Y será tarde, amado, muy tarde
para encender mis mejillas con castos rubores
al rozar tus labios los pétalos cenicientos
de la rosa que indique con mustios pesares:
"Aquí yace la que tanto te amara en vida
y aun en su muerte suspira tu nombre".
una rosa por sepulcro en la que llorar tu pena,
no la ajen tus manos buscando las mías
que ¡ay!, habrán sucumbido
a las tiernas caricias de la tierra.
Si riegan las raíces de mi rosa tumba
tus lágrimas tristes de amante abandono,
ha de florecer bella y quejumbrosa,
cubiertos sus pistilos de miel agridulce.
Y será tarde, amado, muy tarde
para encender mis mejillas con castos rubores
al rozar tus labios los pétalos cenicientos
de la rosa que indique con mustios pesares:
"Aquí yace la que tanto te amara en vida
y aun en su muerte suspira tu nombre".
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