Y qué si la aurora nació rubicunda
y empañada de grises velos ubicuos;
qué, si mi alma llora silenciosa
un ayer por despedida,
un mañana por muerte.
El hoy no vale nada, no es nada,
es un segundo, un instante,
es una gasa que se rompe y deshace
en mil hilos imperceptibles
y ya se vuelve o convierte
en un ayer de despedida,
en un mañana de muerte.
Y qué si las nubes bajaron a tierra
y cubren penumbrosas los árboles de la plaza;
qué, si mis ojos se nublan con ellos
por un ayer con despedida,
por un mañana con muerte.
y empañada de grises velos ubicuos;
qué, si mi alma llora silenciosa
un ayer por despedida,
un mañana por muerte.
El hoy no vale nada, no es nada,
es un segundo, un instante,
es una gasa que se rompe y deshace
en mil hilos imperceptibles
y ya se vuelve o convierte
en un ayer de despedida,
en un mañana de muerte.
Y qué si las nubes bajaron a tierra
y cubren penumbrosas los árboles de la plaza;
qué, si mis ojos se nublan con ellos
por un ayer con despedida,
por un mañana con muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario