Qué espantoso,
qué horrible espectáculo dan tus ojos,
¡eres un cuervo!
devóralos tú mismo
y libéranos del tormento de su sombra.
A veces,
por las noches,
como un felino tus ojos asechan
desde la oscuridad más profunda;
y yo sé que me observas,
a través de las tinieblas
siento tu mirar en la nuca
atravesando huesos y carne.
Yo sé que me miras con los ojos ciegos
de sombras,
ciegos de odio y de iras
y me ves el sudor de la frente
que cae
y rueda
entre los pechos sumisos,
porque nada escapa a tu mirar de muerto.
Y yo, aquí,
frente a la sepultura,
clavo los ojos en el cielo
lanzando un ruego
a la última nube que cubre la luna:
"Salte de allí, malvada,
hazte a un lado
que las sombras se han vuelto mis enemigas,
ahora cobijan sus ojos de furia
y yo temo,
no por mi vida,
sino por mi muerte
que he de pasarla, como lo ha jurado,
esclava de su mirada maldita".
qué horrible espectáculo dan tus ojos,
¡eres un cuervo!
devóralos tú mismo
y libéranos del tormento de su sombra.
A veces,
por las noches,
como un felino tus ojos asechan
desde la oscuridad más profunda;
y yo sé que me observas,
a través de las tinieblas
siento tu mirar en la nuca
atravesando huesos y carne.
Yo sé que me miras con los ojos ciegos
de sombras,
ciegos de odio y de iras
y me ves el sudor de la frente
que cae
y rueda
entre los pechos sumisos,
porque nada escapa a tu mirar de muerto.
Y yo, aquí,
frente a la sepultura,
clavo los ojos en el cielo
lanzando un ruego
a la última nube que cubre la luna:
"Salte de allí, malvada,
hazte a un lado
que las sombras se han vuelto mis enemigas,
ahora cobijan sus ojos de furia
y yo temo,
no por mi vida,
sino por mi muerte
que he de pasarla, como lo ha jurado,
esclava de su mirada maldita".
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