lunes, 28 de diciembre de 2009

Es tuyo


Tómalo
quítamelo de las manos,
aún está tibio.

Tómalo,
mételo en un cajón
y allí déjalo olvidado,
que se llene de polvo,
que las arañas le hagan compañía,
quizás así esté
más cálido.

Tómalo,
llévatelo lejos
así no siento su llanto
sobre mis ojos egoístas,
ellos ya no quieren
llorar sus penas.

Tómalo,
¡es tuyo!
te juro que si pudiera
te lo daría en mejor estado,
pero ha sido
tan golpeado...

Tómalo,
está tibio, siéntelo,
hasta puedes percibir
sus contracciones,
el vómito por venir,
así de fuerte le duele.

Tómalo,
¡lo arranqué para ti!
tanto me lo pedías
con cada una de tus acciones,
con tus ojos de prado
que...

Tómalo,
no lo rechaces,
ya tanto daño le han hecho,
mira los magullones,
los destajos,
las sangres coaguladas...

Tómalo,
lo acabo de arrancar,
es tuyo mi corazón.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Diosa pagana, Diosa sin trono


La Diosa se revuelca en sus satenes de plata
de dolor, de tristeza, de tormento.
La Diosa clama, se revuelca y llora,
llama a su difunto amado de otrora,
el que no requería de ojos,
del que no concebía puñales.

Ella, toda encajes y loores,
cubierta ahora de dolores
siente caminar el gusano
por su pecho de seda.

La Diosa se lamenta en su alcoba estrellada,
resueña con sueños infantiles
de estar enamorada,
desuella los duendes y las hadas engañosas
que le habían vendido un cuento diferente.

Los príncipes no llegan en corceles blancos,
montan ilusiones paganas
y se vuelven malolientes sacos
colmados de perentorios cuervos
que arrancan los ojos y abren los párpados.

La Diosa es la soberana del engaño,
triste quimera, lágrimas de estaño,
es una patética Diosa sin cielo propio
caída a la tierra sin haberlo sabido,
arrojada de golpe sin derecho de alas.

La Diosa está a la puerta del reino del atardecer
viendo al maligno entrar en su sepulcro.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Veneno sabor venganza


Quiero envenenar la Luna amanecida,
inundar sus venas de vil ponzoña,
verla retorcerse en el horizonte
contaminando de tierra
sus doradas extensiones.

Quiero envenenarla,
cuajar su sangre negra como bilis rancia
y que quede muerta,
congelada su tez en un estertor abominable,
desfigurada y deforme
para que nadie vuelva a suspirarle.

Quiero envenenarla y enterrar
sus carnes lascivas
en la catacumba del mismísimo Diablo,
que él sea el próximo en besarla
y el único que lo haga
por la eternidad.

Sí, deseo firmemente
envenenar esa Luna de aurora,
pérfida y regalada
a los hombres viles,
manoseada y sucia de besos,
paridora de pecados, mentiras y dolores.

Esa Luna, no otra, la Luna amarilla
no merece vivir.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Tarde o temprano


Así los destajos cubrieran mi cuerpo
volviéndome toda una herida,
no habría paliación,
no habría descanso
para estas lágrimas nocturnas;
¿cuál será la fuente?
¿De qué océano infinito se alimentarán?

La he perdido... la has perdido,
la absoluta confianza que antes
me impedía volver los ojos
ha muerto, se ha ido
y ahora no hay forma
se escaparle al miedo
de ver puñales asechando
a cada vuelta de esquina.

Todo ojo, toda pierna, todo labio
es una amenaza,
toda curva, todo cabello
podría triturarme;
podría reemplazarme cualquier mano,
cualquier boca,
y en la próxima fotografía
no estaría mi rostro
sino un cuerpo nuevo;
y en el próximo marco
estaría sola, sola yo
con las lágrimas marcadas
como un surco profundo, inmenso.

Tú no podías mentirme
¡yo te había forjado perfecto!,
sin engaños,
toda tuya... todo mío;
¡yo me había forjado suficiente!,
me creí reina de la felicidad tuya
y te hice rey de la mía.

¿Pero dónde quedó ahora?
Es tan duro despedirse de ella
y dar cabida al gusano;
es tan difícil aceptar
que las dagas ahora prevalecen
ocultas en las sombras,
asechantes,
amenazantes;
aceptar que siempre estarán ahí
y que se clavarán de nuevo en mi carne
tarde o temprano.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Lárgate de mí


Lárgate de mí, ¡vete lejos!

gusano pestilente que me tortura el alma,

¡vete de mis sienes!

¡deja de perforar mi corazón

con tus horribles bocas!

Lárgate de mí, vete lejos.

No quiero seguir siendo el alimento de tu inmundo vientre

colmado de pestilentes ayes y suspiros;

no quiero ni un remanente, ni uno de tus críos,

lárgate de mí con todo lo que te me recuerde,

vete lejos con todo tu olor de espanto.


Que me duelan los ultrajes, lo acepto; lo reniego

pero lo sufro, porque me toca;

Que me haga trizas el engaño, lo soporto; lo recuso

pero lo sufro, porque me corresponde.


Pero tú, vil gusano que devoras todo verdor,

¡lárgate de mí! Quiero olvidarlo todo,

quiero volver a los días de antaño,

ser feliz, no plañidera impaga,

ser sonrisa, no lluvia de invierno.

Lárgate de mí, ¡vete lejos!

abandona mis sepulcrales ojos opacos,

deja las humedades de sus fosas

para que entre el maligno que hoy sí

me hace falta.

Deja que vuelva a mis hijos mi bella hermana

con su natural nombre;

que ya no signifiquen pecado

esas cuatro letras

que la denominan.


Lárgate de mí, quiero que te vayas lejos;

quiero que abandones tu refugio en mis lacrimales

y saques toda putrefacción

que en ellos hayas alojado;

mis ojos, ¡que mis ojos son los culpables!

Por haber querido ver, por no permanecer cerrados.

Pero ahora, lárgate de mí,

que ellos ya se han arrepentido de haber mirado

y haber dejado que entraras.


Toda de mí te quiero fuera, lejos,

muy lejos y seco, aplastado, hecho pedazos;

así, tal como me dejares

tras tu estancia que nunca termina;

lárgate de mí, toda de mí te quiero fuera,

te deseo fuera,

te espero fuera,

te anhelo fuera,

te ordeno ¡fuera!


Lárgate de mí ¡vete lejos!

habita otras selvas, cobíjate en otros huertos,

ya déjame que el sufrimiento se repliegue

y pueda volver a amarle sin dudas,

sin temores, sin puñales al acecho.

¡Lárgate de mí, vil gusano!

¡Vete lejos!

Corazón suicida


¡Ay de mí! que no sabía

cuánto podía doler el alma;

y digo “¡basta!”,

alzo la voz,

dejo que el corazón se asome a mi boca

y grite “¡basta, basta, basta!

¡Ya por favor, que se acabe mi tortura,

que se vuele mi tormento!”

Necesito libertades,

me hacen falta los perdones,

los olvidos;

en algún lado los habré abandonado

¿quién sabe dónde?,

y ahora los necesito.

Como te necesito a ti

y no puedo dejar de necesitarte,

y por eso el corazón sube y grita

“¡basta, basta, basta!

¡arrójenme de los balcones,

déjenme cortar mis heridas!

pero que ya no duela el día ni la noche,

que no me haga llorar

el brillo de la luna”

¡Ay de mí! Qué estúpida he sido,

¿cómo convivir con el dolor

y la necesidad de olvido?

Es tan difícil ordenar al gusano que se aleje,

echarlo del alma donde se ha prendido

como un simbionte enajenado a la fuerza;

y por él es que mi corazón

sube desesperado a la vera de mis dientes y grita

“¡basta, basta, basta!

que alguien le diga que muero por sus labios

y que me mata el miedo

de una traición futura;

que amo y temo a mi legítimo verdugo

y que a su espada la odio

y que amo sus besos”.

¡Ay de mí! y mi pobre corazón

al borde del suicidio;

ha decidido saltar de mi boca

y arrojarse al vacío de esta hoja.

sábado, 7 de noviembre de 2009

In memoriam


Mueren las últimas lágrimas egoístas,
el luto va mermando
pero queda la derruida casa, vacía,
como un monumento a su ausencia;
queda la jaula de su cuerpo,
inerte, inerme, jubilosa, burlona.
El olor de la agonía
todavía cuelga de los balcones
y las rosas del jardín repelen su aroma;
parecen saltimbanquis tortuosos
los abetos, los setos, los ombúes.
Camina cándido su fantasma
por las habitaciones altas donde habitan ojos,
vaga por altillos y terrazas
arrastrando sus alas agotadas
e inservibles ya para la huida.

martes, 6 de octubre de 2009

Dicotomía


Me cubres de mortaja y de flores;
luego, de una mirada me sacas de la tumba;
y nuevamente me asesinas por la espalda
y otra vez me revives de un soplido.
A la tierra y al cielo,
me matas y me traes a la vida
cuantas veces es tu antojo.

Sombras...
..................luz...
frío...
...........caricias...

decídete de una vez.

Apenas toco la tierra helada,
llorosa por mi pronta llegada,
extiendes la mano y me arrojas arriba;
apenas llego a mi lecho extenuada
ya estás afilando la espada
que me corte el pecho y la vida.

Me sostienes por unas horas en la cima,
luego con unos versos me tiras al abismo;
y nuevamente me elevas y me sonríes
y otra vez me cubres de lágrimas.
Al cielo y a la tierra,
me traes a la vida y me matas
cuantas veces es tu capricho.

Color...
.............penumbras...
besos...
.............martirios...

ya acábame de una vez.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Retenme, amado, retenme



"Das leben brennt mir von der seele
die sehnsucht erfüllt nur tapfer ihre pflicht
halt mich - mein leben - halt mich!"
Lacrimosa - Halt Mich

Retenme,
no dejes que mi alma
se deslice por entre la tierra
marcada por las aguas de melancolía.
¡Retenme con tus venas!;
con tu carne, sostenme en este mundo.

¡Cuánto anhelo!
¡Cuánta dulzura!
¡Cuánto dolor!
Si hasta me parece verte entre la bruma alzando
tu mano al viento...
pero no...
es sólo el viento y la bruma.

Retenme,
no permitas que los demonios
de azules auroras
me arrastren hasta el cielo inverso.
¡Retenme con tus venas!;
con tu carne, sostenme en este mundo.

¡Cuánta esperanza!
¡Cuánta tragedia!
¡Cuánto amor!
Si hasta creo que la vida vuelve en silencio, latiendo
al compás de la lluvia...
pero no...
es sólo la lluvia y el silencio.

Retenme,
cobija mi corazón
todavía palpitante tras estas manos
de cerúleas espinas.
¡Rentenme con tus venas!;
con tu carne, ¡sostenme en este mundo!

sábado, 12 de septiembre de 2009

Herencia


Admito libremente que me faltan algunos rasgos suicidas,
que de vez en cuando se me escapa un lagrimón
y me da vergüenza.
Te pido perdón, a tí, hombre/mujer seas quien seas
que te adueñas de este papel entintado,
que luego de terminarlo te refregarás las sienes
o quizás te rasques una rodilla
y te quedes pensando, así, como al pasar,
en quién habrá sido esta mujer que escribió estas palabras;
y hasta puede que te preguntes
"¿Estaba triste o feliz?".
Mejor no te preguntes nada,
¿quién podría entender a la poetisa
si ni ella misma lo hace, ni pretende hacerlo, ni que lo hagas?
Mejor no te preguntes nada
y quédate con el papel entre las manos
mirando al cielo o a los ojos de tu amada/amado,
o por la ventana, o a tu hijo pequeño que se da vuelta en la cuna,
mira lo que sea que tengas enfrente,
pero mejor, no te preguntes nada.
Quédate así, solamente mirando lo que sea que tengas ante tus ojos
y deja que mi aura y mi identidad se diluyan
como la noche entre los dedos de Era,
que no te importe si era feliz o estaba triste,
si recordaba viejas noches de otoño
o un crepúsculo amarillo ya de rigores.
Que nada quede de mí dando vueltas en tu mente,
que te queden sólo estos versos y la certeza absoluta
de que lo siento mucho, de que te pido perdón de alma
por haberte heredado unas tontas palabras.

viernes, 11 de septiembre de 2009

La maledicencia


Sobremanera se ha dicho
que a palabras necias,
oídos sordos;
de mil maneras nos los hemos tapado
para no escucharnos ultrajados.
Mas ¿qué hacer cuando el veneno
se filtra por entre los dedos
como el tiempo?
¿A quién pedir socorro?
¿A qué santo de turno rogar
si ellos no tienen juramento
ni hogar sincero?
Los santos no son farmacias.
Verás,
sobresaliendo, como un maléolo herido,
llevamos el orgullo colgando
del ruedo de los pantalones rotos,
porque no nos quedan otros,
porque nos los han robado,
o porque los hemos vendido,
o los hemos regalado a alguien más lastimado,
más muerto.
Sí, porque aunque lo dudemos,
quedan otros más muertos que nosotros,
siempre hay alguien más muerto...
y alguien más vivo.
"¿Y será posible?" Te preguntarás
y te respondo que todo es posible
si nada lo es para ellos,
porque los dueños de la maledicencia
te dicen que no a todo
y que sí a nada para vos.
Sienten envidia, mucha, demasiada,
los maledicientes tienen mucha envidia guardada
a pesar de la que reparten,
a pesar de que no la reciben;
ellos se creen dueños de la verdad
y te pondrán una etiqueta
con un nombre y con un precio.
No te preocupes:
los culpables miden a los demás
con la vara de su conciencia.

sábado, 22 de agosto de 2009

Der Todeskampf

(La agonía)


Abrí la puerta para respirar el aroma a nube,
más que aroma, un perfume a tibieza
acarició mi frente elevada y serena;
aspiré profundo, entorné los ojos y dejé
que la brisa socavara en mi alma.
Al cerrar los ojos, ¡qué imagen! ¡qué sombra!
como un espectro melacólico surgió la tierra
y se elevó en remolinos sacudiéndome el pelo,
al abrir los ojos proferí un alarido, sorprendiome
el sutil encanto penumbroso de la hora incipiente.
La tarde se corona de cuervos y las cruces
parecen decir adiós con sus brazos
pues un vendaval de azotes
que desgaja los miembros,
lentamente se abre paso
por los corredores.

lunes, 3 de agosto de 2009

Viajante


Avanzo.
Me quedo mirando las luciérnagas de hombre
que brillan en lontananza.
Me quedo pensando en tus ojos verdes,
de un verde tan brillante y hermoso
como ese que se esconde afuera,
bajo un manto de negrura,
al otro lado de la ventanilla.
Y pienso que me hacen falta tus manos.
Duermo.
Cierro los ojos y
se me figuran grandes, gigantes;
sueño que me encierras tras los nudillos
y que en ese apretado ademán amoroso
me acurruco más... y más... y me pierdo.
Despierto.
También pienso que me falta tu pecho
para posar mi cabeza soñolienta,
descanzar
mis oídos aturdidos de susurros nocturnos,
del trajín del camino.
Avanzo.
Me quedo pensando en cuánto te extraño,
en qué falta me hacen tus ojos,
tan verdes, brillantes y hermosos
como ese campo que ya no alcanza
a iluminar la luna.

lunes, 29 de junio de 2009

La última puerta

Otro de los grandiosos poemas que me manda mi hermano para que comparta con quien decida adentrarse en Avernia:


Tú,
Que te arrodillas frente a todos los santos;
Que ante ellos tu miseria lucras
Y ante nosotros superior te sientes.
Tú,
Que a la luz del nuevo día
Ensanchas tus quejas hasta el cielo,
Que plantas en tu fetiche nueva flor
Respirando de la vida su aire fresco.
Tú,
Que dices ser fuerte porque rezas
Dejando libre tu alma al destino,
Tú que crees serás bienvenido
A tierras prometidas y paraísos viejos.
Guárdate para ti los ángeles dadivosos,
Los vanos milagros todos,
Todos te los dejo.
Tú, al igual que yo,
Pequeño y mortal
Como el más mínimo insecto,
Solo serás ceniza libre en la pira del tiempo,
Despojado de todo júbilo,
Vivirás al igual que yo en eterno silencio.
Tú,
Que a orillas del camino no me miras
Mientras tu espíritu especula en iglesias.
Piensas por eso que mi corazón sufre
Todas las desgracias de la tierra,
Pero, ya ves, yo vivo limpio;
Solamente tu te lavas la conciencia.
Tú,
Preso terrenal de temores celestes,
Tranquilo arlequín del dios bendito,
Obediente vacío, siervo condenado.
Tú, creyente soberbio de injustas mentiras,
Rasgador de ajenas vestimentas.
Tú, habrás de verme al final del camino.
Me verás sonriendo, sí;
Feliz tras la última puerta.

sábado, 27 de junio de 2009

¡Ay! esta sed...


¡Ay! estas ansias que me dilatan,
que me hinchen el pecho de amarga sed,
que me revuelcan las musas
por los pisos de lava,
¡Cómo aullan! Pobres criaturas,
no alcanzo a entender sus alaridos
¡pero es que es esta sed!
este delirio de amante hambrienta
que desvaría en las horas, oculta
tras las rejas del martirio
que supone tu presencia en lo lejos.
¡Cruel!
¡Mil veces cruel tu batalla sosegada!
¿qué te cuesta sostenerme en todo minuto,
abrasarme con soltura, achicharrarme los sucesos fantasmales?
¡Ay! Pero esta sed...
dadme del cáliz ¡vosotros, los inmortales!
dejadme beber, ¡piadosos!, los zumos de la libertad
y de la pasión arrebatada...
¡Ay! Pero esta sed... la sed de mis deseos...
qué cruenta la sed de los que no tenemos boca
más que por unas horas
y si encima la lluvia no cae en ellas
¡ay, qué agonía!
Pero la sed, la sed de miles de roces
que me agujerea el alma como zaetas...
probadme en la arena ateniense
¡pero dadme de beber!

El dolor que percibiera


El dolor, en nuestros labios,
tiene un sabor desconocido;
antes lo sabía, me pertenecía,
era el banquete diario
que roían mis dientes sufridos.

Hoy no lo reconozco,
el dolor tiene un color irrepetible,
sin nombre, sin matices,
no puedo pintar un cuadro con él ahora,
no sé si es el color de la mañana
o del hastío.

No recuerdo las notas de su música,
una melodía azarosamente ajena
es el ruiseñor de sus penas,
el dolor tiene una partitura extraña
que mis oídos no oyen.

¿Se suponía que era áspero?
No estoy segura de que ésta sea
la piel del dolor de otrora,
creo que algo extraño lo envuelve
como un manto de rústica lana
o arpillera.

Este aroma no es el dolido
por mis pulmones hace tiempo,
tiene un dejo de dulzura que confunde,
aroma a jazmines o magnolias;
¿será que el dolor ha cambiado de esencia?

martes, 19 de mayo de 2009

Poética agonía


A veces las alboradas se entristecen
y deciden vestir de luto,
cualquiera podría equivocarse
al mirar el sol
y ver la luna.
Hoy el alba estuvo meditabunda,
sufrida como plañidera impaga,
quién sabe qué sepulcro era llenado
con las lágrimas de ella,
quién sabe qué
tapaba la tierra.
A veces me siento como esas alboradas
y me da un deseo irrefrenable
de vestir de blanco,
sucumbir a las penas
y abandonarme... totalmente.
A veces un destajo no es suficiente,
muchas veces se antojan miles,
se desea una parva de cuervos
revoloteando en el jardín
y ojos que caen
de enrojecidos picos.
Las alboradas a veces cubren una tumba
de suspiros tenebrosos,
la luna muchas veces las acompaña;
y es en esas ocasiones
cuando el maligno teme
y se esconde.
Quizás tras las tumbas pueda hallarse un libro
en cuya tapa se lea un nombre triste,
quizás tras las tumbas hallen mi cuerpo
desgastado ya y
un poco ensombrecido.
No son mis letras éstas, aunque lo parezcan,
son en realidad mi sangre en gotas
que desde los destajos caen,
tan pesadas y lívidas
como el alma que se marcha.

miércoles, 13 de mayo de 2009

En la otra orilla


El grito no llega,
la vista no alcanza,
Mientras miro pasar una nube inútil
me pregunto para qué.

Debió haber pasado un duende absurdo,
bastante ebrio,
por un rincón de tus pesadillas
y así, de repente,
al despertarte una mañana
te mudaste a la otra orilla.
Noté que faltaban tus abrigos,
tus pantuflas favoritas,
noté que te habías llevado los rosales
que guardabas en el tintero,
el de oro, el de ensueños.
Después noté otras cosas;
como que te habías llevado más que lo tuyo,
me faltaban algunas esperanzas,
unos cuantos deseos;
no pude encontrar,
por más que busqué,
un sueño que atesoraba desde hacía años.

Supuse que no estabas lejos,
llevabas mucha carga
como para caminar kilómetros;
pero me equivocaba.
No sólo habías caminado poco,
sino que estabas cerca y en la otra punta del mundo:
habías cruzado a la otra orilla.

domingo, 10 de mayo de 2009

Suicida


Libertos,
sagrados,
rotundos como manos cerradas en puños,
tremebundos como saetas envenenadas.
Nada queda más allá del allá que nosotros,
que nuestros cejos fruncidos,
que nuestras mentiras de antaño,
cejadas,
perdidas,
distendidas como una tela de armiño
que hiciera las veces de mortaja para los sueños.
Libertos,
impúdicos,
satíricos como navajas en el viento de otoño,
libelúlicos como sanjas para muertos.
Qué sería eso de rotar las manzanas
para que los gusanos salieran por el otro lado,
no hay forma de saberlo, ¿qué sentido?
lo podrido, podrido está; no rotemos los rostros,
no ocultemos nuestras almas corrompidas,
paspadas,
enrojecidas,
abofeteadas por las manos del dios de los impíos
que tiene más rostros que la merced.
Libertos,
calcados,
transferidos de mundos extraños a uno aún peor,
cobijados por las fiebres de báratros absurdos.
Todo puede ser posible y nada a la vez,
ser lo que no se es, es un reto increíble
y tan atrayente como cortarse las venas:
se sabe fatal, se sabe inútil,
se sabe a sangre fresca corriendo por los dientes...
es tan tentador...

Rotundo carmesí


Márcame ahora a fuego,
así,
para que quede la traza de tu caricia hirviente,
para que haga mella
hasta en la espesura del bosque
en que se convierte mi alma en las noches de luna llena.
Sentí deseos de cobijarme
tras el embrujo
que pudiera provocarme un beso solitario,
y es precisamente
en la soledad donde más se siente
el desamparo,
donde más eco hace mi grito desesperado
clamando tu nombre.
Que te alejes
ha sido siempre mi tortura,
mi fatal estirpe me condena a la tristeza
pues por las furias he sido maldecida
y Eolo ha llevado la maldición escrita
por sus cuatro costados.
¡Ah! Pero refulgente,
satírico caballero de correas firmes,
al sudor del corcel le haces honores;
nadie ha visto a la desgraciada
más que tus ojos de hierba,
nadie ha podido salvarla
pero tú lo harás ahora.
Sálvame, ¡oh! pues prontamente,
que no resbalen tus pies en el rocío,
sonoros campanarios se oyen
y muy lejos
ha empezado a nacer la aurora.

martes, 3 de marzo de 2009

Muerto


Recibí otro de los fabulosos "ocasos" creados por mi hermano Héctor. (la imagen sí es elección mía)
A disfrutarlo:

Voy caminando por laberintos y ángeles de piedra,

Junto a hidras de maliciosas sonrisas.

Hay cabezas cenicientas y decaídas alrededor,

Merodean gimiendo blandamente

entre lágrimas de piedra,

Excitando al silencio, en un frenesí de estrellas difuntas,

Y ahora inertes.

Yo solamente camino deseando verte

Al final de este sendero de musgos quebrados y fuego.

Ojala pudiera robar de tu mano desnuda

Y cautivarme de nuevo de tu cuerpo entero.

Ahora alzo de nuevo mi mirada equívoca

Hurgando por tu aliento en estas tinieblas que no cesan.

Ha caído un adiós desde el gris profundo del cielo,

Mis pies se apresuran otro poco entre la penumbra

Sorteando los juglares cadavéricos del tiempo.

Y tu, ¿dónde estás?

Quizás estático, navegando entre tanto beneplácito dominante

Y esos crepúsculos de atroz misterio,

Que solamente procuran derrumbar mi alma otro poco.

Voy vagando como una musa de inhóspita paz,

Vestido de satenes blancos como pétreas amapolas,

Y una cofia de astros efímeros defendiendo mi angustia.

Hay estatuas a mi alrededor,

Soporíferas quimeras de pesados pies y alas de albardilla;

Susurrantes escoltas y dominantes de pesadillas

Que adornan mi boca sedienta de víctimas.

Prolongo un instante casi interminable mi agonía,

Ilumino mis manos con nimbos plomizos y fuliginosos vientos

Que humedecen con estridente calvario mi culpa.

Ya no te veo como antes lo hiciese frente a huidizas glorias,

Solo tengo esta senda de cálices torturantes y miedo.

Ya no estás embalsamando mi respiro,

Ahora tu vacío lo ocupan estas lagrimantes efigies

Que custodian mi caminar,

mientras se diluye todo hacia un inmortal gris.

La luz comenzó a emerger desde el confín mismo de la nada,

Como floreciendo de una herida, centinela del horizonte.

Me dejé llevar lentamente,

sin demasiada prisa y con elegancia seráfica,

La melodía sublime me acompañaba

Y tu voz menuda me apaciguaba

Detrás de estas rejas brutales.

viernes, 23 de enero de 2009


Traés de mí luces nocturnas
colgando del cuello de tu camisa
guardada en el ropero,
conllevás mil desdenes y misterios
a mis caprichos de niña
que poco te satisfacen,
al parecer.
Pero no es mi culpa, cariño,
que se me retoben las balaustradas
cuando subo escaleras
para llegar al paraíso
de tu mirada tan franca y tan verde;
¿y qué querés que haga?
se me destapan los orgullos,
se me arrinconan los celos
al pensar -tan sólo al pensar-
que me estás amando.

martes, 20 de enero de 2009

Sapiencias


Yo no sé ser,
sólo sé vivir;
sé respirar, pensar, latir,
regatear horas de cariño
a algún otro corazón solitario.
Sé resbalar por las colinas del absurdo
recolectando palabras,
deshojándolas luego sin mesura,
sin piedad sobre asfaltos encalados
que se amontonan
en los rincones de mi cuarto
aumentando las telarañas.
¿Qué sabes tú?
Ser o vivir;
yo sé revolotear por las techumbres
cuando no alumbra el sol del verano,
descalzando niños de humedad
por las dudas,
por si llega la lluvia.
Yo sé reconciliarme con el pasado
dejando de lado
buitres inciertos, cenicientos, mustios;
sé corregir penares
cubiertos de musgo.
¿Y qué sabes tú?
Ser o vivir;
supongo que sé distinguir
el día de la noche
más lóbrega y obtusa
aunque a veces me encandile la tiniebla
y no vea en las horas del maligno.
Sé abandonarme a lo incierto
y dejarme arrastrar por la premura,
sé que la locura es mi hermana
como la luna,
sé cuánto hacen
dos más dos por el infinito
pero no pienso revelarlo.
Lo prefiero así.