No me mancha los pies el polvo de este camino
¿Entonces por qué a ti sí?
Yo no te pido que me sigas los pasos
ese fue tu capricho,
si comenzaste a pisar mis huellas
fue porque quisiste.
A mí no me mojan las gotas del rocío, en cambio
tu cabeza está empapada,
no quieres cubrirte ni siquiera con el cielo,
eso es una tontería,
terminarás enfermo de agonías
tristemente adquiridas.
No soy golpeada por el viento de lontananza
pero tú eres por él azotado,
y no es mi culpa como pretendes plantearlo,
ni tampoco del viento,
yo quise tomarte de la mano
y tú me la negaste.
Yo no tropiezo con las raíces de las estrellas,
mas tú yaces en el piso
cada dos por tres en ellas enredado,
no son malvadas,
es sólo que intentan protegerme
sin saber de qué.
A mí no me hieren las lágrimas de la triste luna,
empero a ti te asesinan;
aún no entiendo porqué igual me sigues
sin mirar hacia atrás,
decidiste seguirme a la muerte
colmado de vida.
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