Estas son mis palabras, te gusten o no,
así, cubiertas de cuclillos,
revolcadas por serpientes y grillos,
agonizantes dentro del pecho henchido
de puro orgullo cabizbajo e inútil.
Mis palabras no tienen valor alguno,
no tienen polvos de hadas,
son meros soportes del alma cansada,
son libros abiertos de secretos cerrados
bajo llaves de agua salada y perdida.
Estas son mis palabras (son más de veintiuno),
así, ausentes de primaveras,
paradas o dormidas en las riveras,
sangrando por los caminos de argamasa
siguiendo a mi corazón que no se detiene.
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