Las traiciones vienen en muchos bolsillos,
las fabrican de todos colores, sabores,
a gusto del consumidor.
Las traiciones no se desempacan solas,
hacen falta dos manos y una boca
que no siempre están en el correcto lugar.
Tiene su técnica hacer una casera,
primero hace falta una buena amistad,
y algo de confianza.
Luego es necesario dejar de pensar
y decir o hacer algo estúpido,
y de ser posible no arrepentirse jamás.
Entonces las maceramos en palabras,
hechas un revoltijo de malentendidos
y las dejamos reposar.
Por último las envolvemos en culpas falsas,
le ponemos un listón de victimización:
voilà, la traición está en su punto.
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