sábado, 9 de agosto de 2008

Gotica


¿Qué será de nosotros si la noche se nos acaba?
¿Dónde guardaremos los suspiros?
Será que se nos escaparán con las nubes de lluvia,
o que se irán al sur con las golondrinas;
tal vez nos moje la aurora tímidamente
y nos perdone la vida el maligno de fuego,
tal vez la luna se apiade
y nos cobije en uno de sus rincones.
Madre luna, hermana luna,
¿qué sería de nosotros si tu noche se acabara?
¿Nos sostendrías en tu regazo mientras ulula el cielo?
¿Nos bajarías a la tumba cuando nos hubiéremos cansado?
Madre hermana mía,
¿qué sería de nuestros sueños?
Los Mendigos somos pocos pero ¡bravo!
qué bien cubrimos la tierra
con nuestras "pintas de blanco en las muñecas y en el cuello
como las desparramadas estrellas" del cielo,
¡bravo! qué bien nos ama la noche
que no nos abandona.
Luna, te he rebautizado esta noche,
ya no eres Selene sino Lilith la magnánima
porque a ella te comparas en belleza
y como ella compartes su simiente,
Madre y hermana, Selene Lilith,
¡Magna Gloria! Noctae Creaturae sumus:
sub luce Nostrae Matris vivi
et sub alae Nostri Patris interevi

jueves, 7 de agosto de 2008

La Menarqueña


Era dulce niña de vender sus sueños ni por un millón,
de construir castillos en las nubes,
de sonrosársele la juventud ante el elogio
de una mujer en canas a quien le recordara
su propia sangre joven.
Ella era toda púrpura y puntillas,
era muñecas y bastón de caramelo,
inocencia pura, tardío vislumbre de la realidad;
esa era ella.
Maldice ahora los años que prontos pasaron
dejándola atrás, pasándole por encima,
maldice la guerrera estirpe
que dominara su mundo de pacotilla
y la arrebatara de sus pádricos refugios.

-Tanta juventud y no sirve para nada,
mis sueños ahora los vendo por un dolar
en habitaciones de mala muerte
colmadas de pesadillas,
infestadas de ratas homínidas.
-¿Quién mandó a este hombre feroz
a que derrumbara mis castillos de auroras?
¿Por qué Dios permite tales deshonras?
-¿Dónde estabas, Señor,
cuando debí trocar mis puntillas por encajes
roídos por polillas y dientes malsanos?
-¿Dónde estabas, Señor,
cuando caí en el abismo de aquellas
a las que ahora llamo hermanas?

Cabizbaja, con el retumbar de fuegos lejanos,
camina la Menarqueña por las callejuelas grises,
aquella que fuese niña inocente, y vaga
ahora corrupta por la voracidad del poder;
va la Menarqueña vendiendo por los callejones
sus sueños de niña por un dolar.