sábado, 25 de diciembre de 2010

Doble faz


No me aborrezco
pero odio en lo que me convierto si no estás a mi lado.
La oscuridad me asfixia,
la noche me espanta,
los cuervos me insultan,
las sombras me ultrajan,
el silencio me corrompe,
lo negro me asesina,
la luna me abandona
y un dios parece existir de repente.

Odio lo que veo en el espejo
cuando imagino que estás lejos,
en otro mundo,
en otros brazos
y me estremezco ante tan truculento demonio
que se esconde tras mi cara,
me aterro y tiemblo sola
ante la sombra asesina que se dibuja en mis ojos
y hasta veo la sangre
derramarse desde mis manos,
inmenso terror me infunde imaginarme sin ti
y verme en el espejo degollada.

martes, 12 de octubre de 2010

Rocamadour

Eugène Carrière - Motherhood

"(...) con la cara y las manos pegadas a un muñeco
indiferente y ceniciento que temblaba y se sacudía
sin convicción, inútilmente maltratado y acariciado."
J.Cortázar: Rayuela

¡Ahí estaba!
Lo veía y sin embargo no lo alcanzaba,
estiraba sus manos
para tocar sólo un cuerpo vacío;
y sin embargo allí estaba
su carita adorada,
sus cabellos de seda;
allí estaba pero no estaba allí,
se había ido lejos
quizás siguiendo una mariposa de ensueño,
quizás tomado de la mano
de la horrísona parca.

Pero, no... no...
¡Él estaba allí!
¡Allí y ella lo veía!
Y sus manos lo tocaban,
sus labios lo llamaban
y aunque no había susurro,
no había sollozo ni risa;
estaba allí y sus manos lo tocaban,
lo acariciaban
lo envolvían
intentando atarlo,
aferrarlo a la tierra en que ella quedaba
sola...


Sola...




¡No, porque él allí estaba!
¡Estaba allí, frente a ella y podía tocarlo!
¿Cómo podían decirle
que su pequeño ángel se había ido
si ella lo veía con sus propios ojos,
con sus propios dedos,
y sus lágrimas le hacían charquitos
en los hoyuelos?
Crueles ellos que le mentían,
que le decían que su niño se había marchado,
todo era mentira
porque él estaba allí,
sobre la misma cama,
con la misma sonrisa
y ella no estaba sola...

Sola...
Solo...
Solos ambos contra el mundo
que le mentía
y le decía que su niño
se había ido de entre sus brazos...

martes, 5 de octubre de 2010

Rapsodia



Ora sube sibilante y susurra

el viento en los desniveles,

ora simplemente cae suave

y se deja llevar por los zurcos.

Silencio, sutil silencio que calla

y nos deja serenarnos en la noche,

será quizás embrujo del viento,

de ese viento azulceleste.


Rompe un rayo la quietud de la penumbra

y truenan los dedos resquebrajados en los gritos,

¡nada de amor!,

¡nada de aurora!,

la trémula vejez de los árboles y los riscos

claudica, se corrompe, se retumba hasta lo hondo.

De profundis se oye un clamor reconocido,

el crepitar de las hogueras y el famoso crujir de dientes,

se abren las bocas y regurgitan tronados fuegos rojos

¡rota la paz!,

¡rota la calma!


Anda con sigilo;

anda

con timidez;

tarda... se detiene... observa... medita...


Y serpentean los huesos clamando justicia ante sus ojos pasmados de muerte,

¡rota la aurora!,

¡nada de paz!;

La tormenta aún crepita en los rincones de su alma emputrecida

muerto el sol...

muerta la gloria...

Mariposa Morena


Tarda la vida en darte revancha,

Mariposa Morena,

sigues gimiendo por las mismas calles

una misma pena

engarzada en los mismos hilos de antaño,

siguen ahogándote los mismos collares,

las correas de cuero que fueran de tu verdugo

y su máscara infame.


Han de saberse los crímenes,

Mariposa Morena,

habrá de llegar el juez que sentencie el castigo

para la parca maldita

de tus horas tristes;

no sabes ocultar la sal de tus ojos

y está bien que así sea,

has de ser humana pese a todo.


Son largos los caminos,

Mariposa Morena,

que pueden llevarte a una redención justa,

pero vale la pena que los camines,

vale la pena que busques al asesino

de tantas ilusiones doradas.


Es necesario que mueras,

Mariposa Morena,

para renacer en otra primavera

en otra era,

en otro mundo,

en otros brazos.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Inocente


No es mi culpa;

yo no cometí el pecado,

no laceren mi piel,

por piedad

no me arranquen las carnes,

aún hay sangre en mis venas y

aún late mi corazón…

y respiro…

y respiro.

¿Por qué esa maza me aplasta el cráneo?

¿Por qué el cadalso

tiene impreso mi nombre

en cada madera

y en cada hilo

de la siniestra cuerda?

No es mi culpa,

yo no cometí pecado,

pero estoy pagando como una vil ramera;

y la inocencia que grita por cada poro

y suplica piedad

y suplica piedad

y suplica.

No, no es mi tiempo

de cumplir condenas,

este pecado no es mío,

no son mías las cadenas

y sin embargo me atan los tobillos

y sangran hasta mis huesos

bajo el peso de los aceros.

No es mi culpa

pero sangro, sangro por mi mano

y por la tuya,

sangro por tu alma y mi desdicha de inocente,

sangro por las heridas que curan el espíritu,

por las lágrimas de paz y de sangre.

No es mi culpa, ¡dioses!

¡Yo no he hecho nada!

¡ÉSTE NO ES MI PECADO!

Mi alma se cubre de odios que no le pertenecen,

no es justo el castigo,

se equivocó el verdugo

y cortó mi cabeza,

aplastó mi cráneo sin tener mácula alguna...

no es mi pecado...

no es mi culpa...

No me condenen así

al infierno de su ausencia

sin tener la culpa...




jueves, 23 de septiembre de 2010

Añoranza


Se me hacen tremendidades las baldosas de mi cuarto
y siento que las paredes se alejan de mi contacto
cada vez que recuerdo que estás lejos
el eco se agiganta como pasos de titanes.
"Lejos" suena como palabra inmensa
aunque sean unos cuantos metros los que nos separan

todo abismo es eterno
cuando nuestros brazos no se alcanzan.

Es tarde ya y las estrellas se van apagando

escondiéndose en los límites de la aurora

el sol va llegando tristemente

cuando parece que tu imagen se pierde en lontananza.

Añoranza, recuerdo cruel de caricias

que hace poco pero hace mucho fueron dadas;

triste tormento del alma ilusionada

las agujas del reloj que nunca avanzan;

el sol y la luna que nunca paran su danza

son unos verdugos de fatídica traza.

Añoranza, sádica compañera de segundos y eternas horas

bañadas

en lágrimas
de mujer

enamorada.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Anónimo III


Están profanando mi tumba,
no hay nombre, hay un número,

un número que se repite catorce veces.
Hay polvo,
hay ladrillos,
hay un lejano crujir de huesos que me espanta
aunque duela más
el crujir de las maderas del piso bajo sus botas.

Hay una puerta,

no hay ventanas,

hay un eco de orfebrería fúnebre,

hay una tela trémula que claudica y se desgarra.

Y está el Olor.


Hay un horrendo olor a ojos ciegos,
olor a ojos hermanados con miedo,

olor a oscuridad de antojo.
Tengo en mi piel un olor a ausencia que me mata,

un repulsivo hedor a anonimato,

una peste a desconocido que ahuyenta hasta a las moscas.

Sólo ellos se acercan,

sólo los Cancerberos no se aterran

de mi llanto
y mi olor a muerto,
ellos me siguen profanando esta tumba carneana,

esta tumba de sangre desdichada

y sin salva.

martes, 27 de julio de 2010

En tu silencio



Si no te quedas en silencio hay un eco
que repite las horas inciertas
y que me vuelve loca,
me apabulla de mientras y corcovos,
me diluye las ganas de robarte.
Cuando callas... cuando callas es que vuelo
y me vuelvo una aurora
que despierta sobre tus praderas,
que se extiende sabrosa y radiante
acariciando los pastos y las flores.
Y callas... callas y me vuelvo a ir
por esos senderos que no esperaba andar nunca,
porque me creí impotente,
creí que no tenía piernas que fueran suficientes
para dar un paso fuera de la penumbra;
pero callas y me permites
vagar por esas callejuelas gloriosas
que me curan el espanto de años atroces
en los que eras más que este silencio,
eras el silencio lúgubre de la nada,
del terror del desconocido
y del deseo por conocer lo que no se sabe.
Callas... callas... me miras y callas
y vuelo dulcemente por sobre la vida;
por eso a veces me sonrío y te sorprendes de mi sonrisa
que parece no tener sentido;
pero sonrío porque callas y en tu silencio yo vuelo,
corro,
y vivo.

sábado, 12 de junio de 2010

Obra maestra


Imagen cedida por un amigo.


Pintarte
con pinceles de viento,
con letras,
pintarte con ganas de robarte,
con deseos
de sacarte de la pintura
y tenderte al sol
para que cuajes más rápido;
pintarte con colores
que nadie antes ha visto,
dibujarte el alma en silencio,
marcando trazos
suaves,
lentos,
dicotómicos.

Pintarte así,
simplemente como eres,
sin agregados especiales,
sin romperme la cabeza
con tropos locos,
con vanguardias,
con poetas muertos;
pintarte,
como quien no quiere la cosa,
desnudo ante la vida,
completamente niño
o animalito;
sacarte de ese contexto
de papeles y firmas
y sellos
y tapiales.

Pintarte
como un pasatiempo bobo,
con pinturas naturales,
¡redondearte las praderas
y colmarlas de sabores!
Pintarte sin saberes,
no como un cabeza hueca
sino inocente
y llenarte los espacios
con besos
de boquitas pintadas,
con poemas conjeturales,
con madames suicidas.

Pintarte de nuevo,
tener el placer de volver a crear
esa obra maestra.

miércoles, 2 de junio de 2010

Anónimo I

La imagen es de una pintura de Slawek Gruca: Lovers 3, 2005


"¿Susurro?"

Susurra,
y deja caer las palabras como un cuentagotas,
que cada una golpee la piel subversiva
como un lengüetazo de ternura.


"¿Lloro?"

Llora,
y pretende que la noche no tiene asideros,
que toda estrella bajará con la luna
prendida en estelas de luces rijas.


"¿Grito?"

Grita,
y que nada quede encerrado en tu pecho,
rómpete los dientes y rájame los labios
con los decibeles de tu querencia.


"¿Río?"

Ríe,
y socávame los dolores para que huyan lejos,
llama a los lobos con chasquidos de nieve
para que juntos devoremos la lejanía.

domingo, 23 de mayo de 2010

A tí te lo debo



Y un "te amo" se me escapa por entre los dedos,
qué ternura ¿no?, qué cosa loca
estar ahora suspirando entre las rosas
sin espinarme ni un poquito
cuando antes cubierta de sangre
rodaba por largos campos de espinas.

Y ahora no me asesina la espera del maligno,
por el contrario, lo espero de frente
con la cabeza en alto y las manos extensas
sin retroceder ni un poquito
cuando antes me hacía un retobo
y me encerraba en mi celda perdida.

Y ciertamente que me parece extraño
estar de pie en medio de las aguas,
estar rendida pero en sonrisa plena
sin llorarme ni un poquito
cuando antes bastaba un solo toque
para que se rasgara mi piel en todo sentido.

Sopesando magnitudes, gana tu presencia


¡Qué me ha de importar que el maligno se me huya
de los contornos si tengo tu mirada?;
que la luna muera cada mañana,
que el lucero se me escape entre suspiros
¿qué puede importarme si me atrapan tus brazos
y me retienen furibunda ante todo protesto?

De los gusanos, ni rastro; sólo de vez en cuando
un dejo de baba que se desliza por los ojos cerrados,
o un poco de su saliva que cae pesadamente
rodando tremebunda entre los pechos,
¡pero qué ha de importarme la invasión desagradable
de unos gusanos muertos en la memoria?,
si tengo tus manos en la cintura
y tu boca en mi cuello.

De aquellas palabras queda un resabio
como la resaca que las mareas dejan en los puertos
en tardecitas de primavera;
¡pero qué han de importarme los pedazos de escarabajo
si tengo tu sonrisa a la vera de mi cama?,
si tengo silencios tuyos a diario retozando en la mirada
y endulzando mis sueños dormidos y despiertos
en la cándida espera de la madrugada.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Para él, es tarde


Es tarde.
Me pregunto qué tanto hacía allí
tirado entre las margaritas,
parecía que miraba la nada
flotando entre él y el cielo
y capturaba con los ojos
tamañas mariposas invisibles;
tal vez le pareciera que el tiempo no corría
o tal vez, realmente,
para él se hubiera detenido.

Es tarde, pienso nuevamente,
y me retracto de haberlo dicho
la primera vez en voz alta
porque posiblemente me hubiera escuchado;
por un momento
olvido que no hay nada de qué preocuparme,
el zumbar de la mosca sobre la ventana
no puede llegar a su alma,
ni tampoco el susurrar de mi boca,
¡vaya! ni aunque grite.

Sí, es tan tarde.
¿Qué estaría haciendo yo
en ese momento
antes de detenerme en el umbral de la puerta
al verlo tumbado entre las flores
capturando mariposas de fantasía?
Creo que estaba tratando de huirme
por la puerta del otoño,
ya había pisado unas cuantas hojas
cuando lo vi y decidí volverme;
él estaba allí, entre las margaritas,
mirando al vacío entre el cielo y sus ojos,
no-contando pétalos,
capturando mariposas sin mover ni un solo dedo.

Tan tarde... qué pena que sea tarde,
tendría que haber venido unos minutos antes,
antes de que el aire le abriera paso,
antes de que decidiera probar las alas
que nunca tuviera;
van llegando uno a uno los otros,
los otros que llegan tarde,
y todos lo ven allí,
acostado entre las margaritas,
y ven ese ángel carmín que surge de su boca
y resbala por la comisura
y tiñe un pétalo que roza su mejilla.

"Es tarde" piensan en eco,
"Es tarde" se lamentan todos,
y yo me lamento con ellos porque él
quizás contaba con que estuviésemos antes
para ayudarlo a atrapar las mariposas
antes de que escaparan a sus ojos;
ahora vuelan a su alrededor
y sin que pueda verlas
se pasean por sus dedos como burlonas,
él sólo ve el vacío entre el cielo y sus ojos,
[en]tumbado allí, entre las margaritas,
con el ángel carmín de sus labios
que ya llega hasta el suelo.

jueves, 4 de marzo de 2010

Era muy necesario


Necesitaba esto,
estar a tu lado rodeada de tus brazos,
que me apretaras muy fuerte
como queriendo meterme en tu pecho;
necesitaba
sorprenderme riendo como una idiota
en plena oscuridad
imaginando tus ojos abiertos mirándome
e imaginando a su vez que te miro.

Me hacía falta esto de perderme en tu mirada
buscando y no sabiendo qué,
simplemente vagar
hasta perderme en esa vasta pradera
en que habitan tus pupilas,
cantando, dando brincos a lo loca
creyéndome Heidi o Caperucita Roja.

Me era imperativo ahogarme en tus labios,
poblar mi cuerpo y mis pulmones
de tu hálito de vida,
seducirte en el espejo hasta encontrarte;
amor mío,
todo esto era necesario
para sentirme parte del mundo,
para poder subirme a horcajadas del lomo
de ese potro indomable que es el destino
y dejarlo exhausto
para que no sienta ganas de alejarte de mi lado.

jueves, 25 de febrero de 2010

La cara escondida


No me señales con tu dedo sucio de mártires pasados,
el cántigo de tu pesadez pecaminosa me agobia,
me presiona los hombros como la más rústica roca;
igual de dura,
igual de seca,
igual de sabia.

No hables, calla con el silencio de los inocentes
que fueron sometidos por la espada de tu Amo y Señor,
no levantes la voz hueca,
la voz muerta,
opaca,
ten algo de decencia... si es que puedes.

Ciertamente no sabes de justicia,
sabes de mentiras y reproches,
de cobardías y castigos eternos,
de víctimas-victimarios que se rasgan el pecho
ante la agonía que les conviene.

¿Pero qué hay de la agonía verdadera?
¿Qué queda de los niños esqueléticos,
qué de los mutilados en su santo nombre,
qué de los castrados por su naturaleza,
qué de las castigadas por ser... por simplemente ser?

¿Eres de aquellos que alaban por perdones?
¿Eres de los que adoran por una conciencia tranquila?
¿Eres de los que compran su paz
con la sangre de las infelices criaturas del desierto?

No vengas a señalarme entonces
con tu dedo retorcido de satanidades,
el espejo no parece funcionar muy bien de tu lado,
¿te da una imagen deforme?
¿Estirada?
¿Aplastada?
¿Perfeccionada?
Ese es un espejo de feria,
arreglado para mostrar ilusiones.

¿Pretendes arrancarnos los párpados,
abrirnos los ojos con una guadaña?
Adelante, inténtalo,
cubrenos de injurias que a tí parecen importarte,
por más ponzoña que lancen tus dientes,
si no muerdes, no matas;
un sepulcro no puede atrapar la historia,
una mentira no puede acallar la ciencia.

Lo dicho: calla y no señales,
detente a la vera del camino a mirar a los pasantes,
no mires arriba, mira a la altura de tus ojos
y también un poco más abajo;
no te queda el manto de mártir sobre la camisa de mentiras,
se nota su tela por debajo,
se asoman las mangas,
se te nota el dobladillo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Puntería


Hay un centro que no tiene centro
ni alrededores,
ni jardines,
ni palacios;
un centro descentralizado y aburrido,
carente de arpegios,
de golondrinas,
de espantapájaros,
de estropajos,
carente de todo... menos de mí,
porque justo,
justito,
justo ahí fui a caer.

sábado, 9 de enero de 2010

Beber de tu sola presencia


Bebe,
¡bebe hasta hartarte el amor de mis labios!
Devórate toda sutil caricia
que permanezca oculta en los altares
a tu infinita presencia invocados;
bebe hasta saciar esa sed paladina,
esa sed pecadora, la sed
que nunca termina.
Estando sola pensé recordarte,
me dieron ganas de evocar tus ojos
y pensé
que quizás quisieras beberte mis besos;
pero no, creo que soy yo
la que está sedienta,
famélica.
Sí, soy yo,
yo soy la que vaga el desierto
de tus minutos ausente,
la abrasada por el maligno de tu no ahora,
es ciertamente doloroso
el paso de las palomas negras,
se van al sepelio de mis ansias no muertas;
sí, habrán de enterrarnos vivas.