sábado, 22 de agosto de 2009

Der Todeskampf

(La agonía)


Abrí la puerta para respirar el aroma a nube,
más que aroma, un perfume a tibieza
acarició mi frente elevada y serena;
aspiré profundo, entorné los ojos y dejé
que la brisa socavara en mi alma.
Al cerrar los ojos, ¡qué imagen! ¡qué sombra!
como un espectro melacólico surgió la tierra
y se elevó en remolinos sacudiéndome el pelo,
al abrir los ojos proferí un alarido, sorprendiome
el sutil encanto penumbroso de la hora incipiente.
La tarde se corona de cuervos y las cruces
parecen decir adiós con sus brazos
pues un vendaval de azotes
que desgaja los miembros,
lentamente se abre paso
por los corredores.

lunes, 3 de agosto de 2009

Viajante


Avanzo.
Me quedo mirando las luciérnagas de hombre
que brillan en lontananza.
Me quedo pensando en tus ojos verdes,
de un verde tan brillante y hermoso
como ese que se esconde afuera,
bajo un manto de negrura,
al otro lado de la ventanilla.
Y pienso que me hacen falta tus manos.
Duermo.
Cierro los ojos y
se me figuran grandes, gigantes;
sueño que me encierras tras los nudillos
y que en ese apretado ademán amoroso
me acurruco más... y más... y me pierdo.
Despierto.
También pienso que me falta tu pecho
para posar mi cabeza soñolienta,
descanzar
mis oídos aturdidos de susurros nocturnos,
del trajín del camino.
Avanzo.
Me quedo pensando en cuánto te extraño,
en qué falta me hacen tus ojos,
tan verdes, brillantes y hermosos
como ese campo que ya no alcanza
a iluminar la luna.