miércoles, 29 de septiembre de 2010

Inocente


No es mi culpa;

yo no cometí el pecado,

no laceren mi piel,

por piedad

no me arranquen las carnes,

aún hay sangre en mis venas y

aún late mi corazón…

y respiro…

y respiro.

¿Por qué esa maza me aplasta el cráneo?

¿Por qué el cadalso

tiene impreso mi nombre

en cada madera

y en cada hilo

de la siniestra cuerda?

No es mi culpa,

yo no cometí pecado,

pero estoy pagando como una vil ramera;

y la inocencia que grita por cada poro

y suplica piedad

y suplica piedad

y suplica.

No, no es mi tiempo

de cumplir condenas,

este pecado no es mío,

no son mías las cadenas

y sin embargo me atan los tobillos

y sangran hasta mis huesos

bajo el peso de los aceros.

No es mi culpa

pero sangro, sangro por mi mano

y por la tuya,

sangro por tu alma y mi desdicha de inocente,

sangro por las heridas que curan el espíritu,

por las lágrimas de paz y de sangre.

No es mi culpa, ¡dioses!

¡Yo no he hecho nada!

¡ÉSTE NO ES MI PECADO!

Mi alma se cubre de odios que no le pertenecen,

no es justo el castigo,

se equivocó el verdugo

y cortó mi cabeza,

aplastó mi cráneo sin tener mácula alguna...

no es mi pecado...

no es mi culpa...

No me condenen así

al infierno de su ausencia

sin tener la culpa...




jueves, 23 de septiembre de 2010

Añoranza


Se me hacen tremendidades las baldosas de mi cuarto
y siento que las paredes se alejan de mi contacto
cada vez que recuerdo que estás lejos
el eco se agiganta como pasos de titanes.
"Lejos" suena como palabra inmensa
aunque sean unos cuantos metros los que nos separan

todo abismo es eterno
cuando nuestros brazos no se alcanzan.

Es tarde ya y las estrellas se van apagando

escondiéndose en los límites de la aurora

el sol va llegando tristemente

cuando parece que tu imagen se pierde en lontananza.

Añoranza, recuerdo cruel de caricias

que hace poco pero hace mucho fueron dadas;

triste tormento del alma ilusionada

las agujas del reloj que nunca avanzan;

el sol y la luna que nunca paran su danza

son unos verdugos de fatídica traza.

Añoranza, sádica compañera de segundos y eternas horas

bañadas

en lágrimas
de mujer

enamorada.