martes, 26 de febrero de 2008

Mariposa-mirada


Mirada dispersa
¿a dónde me sigues?
retosando de la aurora a las estrellas,
impregnándote las pestañas de áureo rocío,
sobrando por doquier.
Empétale el jardín de sus amores
a las sombras de mis ojos,
son díscolas, lamentablemente,
pero aún así sienten deseos de amar,
y amarte no es desafío.
Mirada mía, mi amada mirada,
rebozante de milagros padreados por fortuna,
¿es descabellado pedirte un minuto?
sólo quiero que te poses en mis manos,
mariposa-mirada, bella y libre.

Karma



No pude escaparme de la vida;
la vida,
sí,
la vida.
Esa cruel compañera piadosa
que nos revuelca por el piso
o nos besa la frente
o nos cobija en invierno
o nos quema en la pira.
No pude escaparme de ella,
se le antojó
que me quedara
quien sabe para qué suerte,
si buena o mala,
si pronta o tardía.
La vida me confinó a su cuerpo,
me atrapó bajo su piel telaraña
y me cerró los ojos,
¡ah! pero no,
no los cerró del todo,
mi ojo izquierdo se mantuvo sereno
pero firme.
Y no, no pude escaparme,
pero al menos veo,
no estoy ciega,
al menos no me engañan sus infames
creadores de cuentos,
ni me motivan las falsas neuronas
sus predicadores de inventos.
Contra ellos no tengo nada,
ni espada ni guadaña,
pero ¡Ah! sí tengo la palabra
firme y duradera como la roca,
sencilla e intrincada
como la caracola.
La vida no me dejó escaparme de ella
pero yo dejé un ojo abierto.

jueves, 21 de febrero de 2008

Ella...



...Y cuando la vi allí parada...
juro... juro que me hería el alma
verla allí parada
estrangulando sus manos,
aflojándole el aire desde el vientre,
desde las entrañas.
Allí estaba ella,
desabotonándole la camisa
para poder morderle el corazón con presteza,
para que no se le escapara
ni una gota de sudor
por la comisura de los labios.
Y ella se regodeaba,
se relamía ante su dolor
y a mí me daban nauseas
de verla trocando sus ojos por papeles
totalmente blancos
y vacíos.
Me causaba repugnancia verla presionando sus ojos
para sacar de ellos
una pizca de vida,
y tan lentamente se las sacaba
que no moría nunca.
Me desesperé en la ausencia
del calor de su cuerpo
pues ella lo retenía lejos,
lo guardaba para ella,
ella siempre fue egoísta,
maldita hermana de la vida.
Y no tuve otra alternativa
que llamarla por su nombre para que así
pareciera menos amenazante,
para traerla a la realidad
sostenida del cuello.
Fue un delirio,
creí que al nombrarla sería como un hechizo,
creí que su nombre la ahuyentaría,
que el hecho de que yo lo supiera
le daría miedo
como a un Rupelstinski.
Fue un delirio,
pues en ese momento se abrazó a mi pecho
y comenzó a robarme el aliento,
sentí sus manos heladas en mi espalda
y su lengua atravesando la piel.
Y yo pensé "¡qué bueno!"
y me sentí aliviada de ser su víctima
pues ahora él estaba libre:
la tristeza era toda mía.

lunes, 18 de febrero de 2008

Purgatorio



Este es mi rincón en el mundo,
de él no habré de salir;
¡y no se te ocurra venir a buscarme!,
la vida es muy bella para que la pierdas.
No oses venir por mí,
no te atrevas.

¡Mírame!... ¡Sólo mírame!
¿qué se supone que es esto?
¿Es esto aquello a lo que llaman una mujer?
¿Es esto aquella cosa?
¡Mira! Si hasta mis letras se deforman
por ser nacidas de mis manos,
yo no puedo parir nada bello.

¡Mírame!... ¡¡Sólo mírame!!
Yo no puedo ser humana,
no soy más que una quimera,
una serpiente en cuerpo de hembra,
un descuido de la luna,
un engendro de la noche.

Es este mi destino y siempre lo supe,
yo no nací para el amor y la dicha,
nunca debí salir de estas paredes;
nunca volveré a salir;
y que nadie ose en ellas visitarme,
no quiero ser responsable de más muertes,
una más y a mi alma adiós.

domingo, 17 de febrero de 2008

Dos en uno



Yo soy para ti,
fui hecha a tu medida,
llevo tu nombre marcado en mi pecho
a fuego vivo,
delator fuego.
Estas manos no son mías,
no me pertenecen,
no son mías,
estas manos que parecen mis manos
son en realidad tuyas
y sé que te enorgulleces
de ser su dueño,
porque me lo has dicho
con tus besos.
¡Ego!
¡Nada de eso!,
somos nosotros o nada,
los dos o ninguno
tanto porque así lo quiero
como porque así es.
¡Ego!
¡Nada que ver!
Sin el nosotros no hay un yo,
ni un tú,
ni un amor,
sin el nosotros sólo huesos
pelados y secos,
sin el nosotros sólo vacío,
sin él, la soledad.
Sin el nosotros nos quedan recuerdos
que nunca fueron,
palabras del jamás
que el más allá rechazó
por estar tan frías;
sin el nosotros nos queda el ellos,
tenebroso como pocos,
me queda el invierno,
me queda el resfrío;
te quedan las horas de lluvia
y las uñas rotas.
¡Ego!
¡Nada de eso!
Somos los dos en uno
como una vida sola
que se vive a sí misma
en dos partes
¡¿Ego?!
¡¡Nada que ver!!

Por ti, mi sacrificio.



¿Tienes ganas de darme tu corazón
para que lo sostenga, aquí, en mis manos
y lo meza entre ellas hasta que se duerma
hasta que ya no sienta nada,
ni el dolor, ni la mañana que se acerca?
Dame tu mano, mi amigo, mi secreto,
deja que te cure los ojos con cuentos fabulosos,
regocijémonos en las fantasías que nos creamos
para no pensar en el olvido,
ni en la pena, ni en la noche que se nos avecina.
Tu alma no fue hecha para dolores,
y si ella no puede verlo, lo siento, pero la culpo
de tus manos heridas, de tus letras rotas;
el amor no se daña ni jugando.
¿Me permites? Quiero acariciarte el alma,
decirte que todo lo que vales aún lo vales
y que poco importa que no sepa cuánto es eso
porque en realidad lo sabe, pero no se da cuenta.
¿Sabes que te quiero, ya casi te amo?
¿Te das una idea de cuánto duele tu duele?
¿Cómo lastiman las espinas en tu espalda
como si fuera mi piel la lacerada?
¿Te das una idea de cuánto quiero curarte?
¿De cuánto daría por que no llores nunca?
Doy lo que sea por cubrirme con tus lágrimas los ojos
para que los tuyos puedan ver su rostro
y no hallen al hacerlo ni una pizca de dolor.

jueves, 14 de febrero de 2008

Bríndame tu salva



Déjame que me refugie en tus brazos
pues me cohíbe ver al dolor
parado allí en mi puerta
con sus ojos de fuego desnudándome el alma.
Déjame que me acurruque en tu regazo
como una niña asustada,
poco me importan las apariencias,
no tengo deseos de sentirme fuerte ahora.
No me cierres los brazos porque tengo miedo,
miedo a las iniquidades de los arrogantes,
a la arrogancia de los egoístas,
a la superioridad de los tremebundos.
No me cierres los brazos porque me haces falta,
quiero tus manos en mi espalda
espantando los puñales traicioneros,
curando las heridas, espantando los fantasmas.
Déjame que me refugie en tu pecho
y que sienta tu corazón latiendo
para así aferrarme a la vida
que corre por tu cuerpo brindándome esperanza.
Déjame que me haga una con tu piel
pues me aterra ver la soledad
relamíendose los labios
al verme parada en la esquina de mi cuarto.

Para ti, Reina


Dama, te crees la soberana de los ideales,
te ciñes a la cabeza la corona
que sólo tú misma puedes ver.
Reina de los nadies,
te sofocas las ansias por demacrarnos,
por ponernos por lo bajo
por sacarnos las ganas de respirar
en tu dizque-mundo.
Dama, ¿a quién engañas con tu manto de púrpura
cubierto de polillas y arratonado?
¿a quién quieres someter
con ese cetro oxidado?
Reina de los pobres diablos,
si decimos no a tus síes
¡que los dioses nos guarden!
¡Ay! cuánto temor, cuánto miedo.
Dama, te piensas por sobre nuestras cabezas,
te pones de puntillas
para mirarnos de arriba
pues de otra manera no puedes.
Toma, soberana, te cedo mi banquillo,
párate sobre él y si quieres
me postro ante ti, total
sabes muy bien que es una farsa.
Sírvete, soberana, te extiendo la alfombra roja
y sobre ella pétalos de rosa,
total por más que aromen ellos
tu mente igual apesta.
Dama, seremos tus lacayos de fantasía
de piedad te digo, lo seremos,
reina de los nadies, nadie en ti misma.

Algo grande para alguien pequeño



Creete triunfante, si te hace feliz

todos sabemos que no eres más que un fantoche,
un pobre diablo incrustado
en la suela de la vida.
Y ahora que eres protagonista de mi arte
puedes sentirte orgulloso,
patético experimento de humano,

enanillo de ferias mercantiles.

Tan poco vales que me causas gracia,

y si te escribo líneas es para que te sientas importante,

pues me divierte tu ignorancia,

eres nuestro payasito de circo.

lunes, 4 de febrero de 2008

Travesía


Deseo de partir

Deben ser las mil carrozas que el amor dejó abandonadas
las que ahora me quieren llevar a tus brazos,
ajenas, rotas y desamparadas,
las pobres sólo quieren hacer lo que saben.
De eternidades sabemos todos bien poco, casi nada,
mas la eternidad del goce amatorio no es ningún secreto,
mientras vivan corazones en este mundo
eternas serán las palabras de amor.
Y sí, existen amores inexplicables para todas las almas,
incluso la poesía no puede entender algunos,
¿cómo pretender que mi mente pequeña sepa
entonces por ti porqué siento lo que siento?
Debo llegar a donde te encuentras,
¡espérame amado! que por ti ya voy...

En pleno viaje

Las noches me encierran en un capullo,
los ríos del cielo desbordan pasión,
¿está la luna en mi camino
o son tus ojos que ya veo, mi amor?
Partí hace tiempo buscando la aurora
que acaricia tus manos con su sol,
partí buscando aferrarme a la tierra
pero debí abandonarla por tu calor.

Llegada

Aquí estoy frente a tu puerta,
no me hagas esperar, no esperan mis ansias,
déjame verte, no te ocultes
tras los recuerdos de la realidad
que podrían envenenarme.
Estoy esperando de pie ante tu ventana,
descorre la cortina, veme llorar
de felicidad contenida por años rojos;
por cerrojos oxidados caerán de a poco
mis lágrimas en tu aposento.
Levántate de tu lecho
y ábreme tu hogar,
déjame reposar en tu pecho que el viaje
me ha agotado
y ya desfallezco por poderte amar.

sábado, 2 de febrero de 2008

Equivalencias


Derrota equivale a muerte temprana e injusta,
es lo mismo sentirse derrotado que dejarse morir.
Por eso lucho cuando debo y cuando no debo
porque en la lucha misma va la victoria engarzada
como una bella perla invaluable y preciada
que todos buscan conseguir a como de lugar.
Rendirse equivale a ser cobarde e inorgulloso,
es lo mismo dejarse llevar que tirarse a un lado.
Por eso nunca digo a los vientos "¡muerta soy!",
en ningún momento ni aún bajo la espada
que, aunque sea ésta por demás afilada,
no podrá doblegarme al miedo y la cobardía.
Entregarse equivale a no sentirse victorioso,
es lo mismo abandonar la esperanza que dejar la vida.
Por eso siempre tengo mis brazos bien en alto
para que todos vean dónde estoy parada,
es esta tierra mi bella y sempiterna morada
en la que nunca han de faltar vestigios de mi estancia.