miércoles, 13 de abril de 2011

Atra[m]pamusas


Me restallan las manos,
se cae la pintura de las paredes,
se doblan las manecillas,
se rasgan los tablones de pino
y nada pasa;
nada pasa mas el tiempo.
A dónde se habrán escondido,
de qué habrán huído,
de quién,
de qué palpitada o suspiro,
de qué uña,
de cuál lago.
Quizás si construyéramos un altar
ellas volvieran;
o no, no hagas nada,
que sea yo la que clame por su presencia,
al fin que soy la abandonada;
no hagas nada, no,
no.
O sí has algo,
finge que no existes,
pretende que estás ausente,
que este tiempo es el de antes de éste,
que estoy sola,
que muero...
eso, finge que muero
y tal vez ellas vuelvan
a regodearse en mi sangre cobarde
o a beberse mi último aliento
y dejarlo pegado por los libros abiertos
como si fueran señaladores.
Eso, vete, déjame muerta entre las hojas secas,
su morbo las traerá de regreso
y una vez cerca,
una vez que estén dentro,
una vez que hayan besado mis manos,
cerraré la jaula.