sábado, 12 de mayo de 2012

 
Lo que no soporto es la inagotable espera
de tu "ven a mí",
la falta del llamado que espero
día a día, segundo a segundo.
Tampoco soporto mi mente enloquecida,
los pensamientos que se agolpan, los gusanos,
las miras que se ajustan sobre melenas varias;
me hartan los nubarrones
y los rayos que no dejan de caer sobre mi frente,
mis manos no son un buen paraguas.
Agarro un libro, lo tiro,
tomo un atardecer
y lo vomito,
nada me sabe a nada, todo es un delirio;
lo que no soporto es esta espera desesperada,
cubierta de ansias y espinas.

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