domingo, 23 de mayo de 2010

Sopesando magnitudes, gana tu presencia


¡Qué me ha de importar que el maligno se me huya
de los contornos si tengo tu mirada?;
que la luna muera cada mañana,
que el lucero se me escape entre suspiros
¿qué puede importarme si me atrapan tus brazos
y me retienen furibunda ante todo protesto?

De los gusanos, ni rastro; sólo de vez en cuando
un dejo de baba que se desliza por los ojos cerrados,
o un poco de su saliva que cae pesadamente
rodando tremebunda entre los pechos,
¡pero qué ha de importarme la invasión desagradable
de unos gusanos muertos en la memoria?,
si tengo tus manos en la cintura
y tu boca en mi cuello.

De aquellas palabras queda un resabio
como la resaca que las mareas dejan en los puertos
en tardecitas de primavera;
¡pero qué han de importarme los pedazos de escarabajo
si tengo tu sonrisa a la vera de mi cama?,
si tengo silencios tuyos a diario retozando en la mirada
y endulzando mis sueños dormidos y despiertos
en la cándida espera de la madrugada.

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