miércoles, 13 de mayo de 2009

En la otra orilla


El grito no llega,
la vista no alcanza,
Mientras miro pasar una nube inútil
me pregunto para qué.

Debió haber pasado un duende absurdo,
bastante ebrio,
por un rincón de tus pesadillas
y así, de repente,
al despertarte una mañana
te mudaste a la otra orilla.
Noté que faltaban tus abrigos,
tus pantuflas favoritas,
noté que te habías llevado los rosales
que guardabas en el tintero,
el de oro, el de ensueños.
Después noté otras cosas;
como que te habías llevado más que lo tuyo,
me faltaban algunas esperanzas,
unos cuantos deseos;
no pude encontrar,
por más que busqué,
un sueño que atesoraba desde hacía años.

Supuse que no estabas lejos,
llevabas mucha carga
como para caminar kilómetros;
pero me equivocaba.
No sólo habías caminado poco,
sino que estabas cerca y en la otra punta del mundo:
habías cruzado a la otra orilla.

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