sábado, 28 de mayo de 2011

(Poema viejo)


Retuerzan sus manos,
demuestren su vileza de esa forma,
déjennos en claro
su falta de humaneza.
Pongan sus ojos en blanco
cuando se rían de nuestras desgracias,
déjennos en claro
que somos sus payasos.
No, no hace falta
que nos digan una sola palabra;
van y vienen
por sus bocas las mentiras,
las verdades ni se asoman.
No, no abran sus letrinas,
ya estamos hartos de repugnancias
que nos colman las orejas.
Sí, mis uñas son negras
¿Y qué?
Sí, mis ojos son tristes
¡¿Y qué?!
¿Acaso debo pedirles permiso
para nacer y luego morir?
Sí, mis manos aman el arte
¡¿Y qué?!
Me importa tres cuernos que les moleste
si escribo de ustedes
y de sus inmundas vidas.
retuerzan sus manos
frente a mi cuerpo
¿Qué me importa?
Pongan en blanco sus ojos
frente a mis sesos
¡¿Qué me importa?!
Ustedes no son mejores ni peores
que nosotros, el resto;
somos todos burdas imitaciones
de un Ulises (u Odiseo);
estamos todos escritos
por el mismo lápiz
y machacados por la misma historia.

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