jueves, 12 de mayo de 2011

Sonoro despiel.


Destierro,
brutal cadencia
de horas y horas
al compás del verdugo;
sádico vals,
tortuosos violines.
No es agudo, es impávido
el dolor de los redobles,
es sutil y grosero
el aplauso solo que se aguanta
oculto en tus manos.

Ausencia,
partida y bravaje,
estulticia absurda
y cobarde estallido
de mil sones espantados;
espectros fugaces
no alcanzan para el eco,
dejan un intervalo
que requiere otra acometida.

Vacío,
salvaje carencia,
sed sin fin
de horas y horas
al compás del verdugo;
ha de caer tu hacha una vez más
como una batuta
guiando el concierto de mi despiel.

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