domingo, 17 de febrero de 2008

Dos en uno



Yo soy para ti,
fui hecha a tu medida,
llevo tu nombre marcado en mi pecho
a fuego vivo,
delator fuego.
Estas manos no son mías,
no me pertenecen,
no son mías,
estas manos que parecen mis manos
son en realidad tuyas
y sé que te enorgulleces
de ser su dueño,
porque me lo has dicho
con tus besos.
¡Ego!
¡Nada de eso!,
somos nosotros o nada,
los dos o ninguno
tanto porque así lo quiero
como porque así es.
¡Ego!
¡Nada que ver!
Sin el nosotros no hay un yo,
ni un tú,
ni un amor,
sin el nosotros sólo huesos
pelados y secos,
sin el nosotros sólo vacío,
sin él, la soledad.
Sin el nosotros nos quedan recuerdos
que nunca fueron,
palabras del jamás
que el más allá rechazó
por estar tan frías;
sin el nosotros nos queda el ellos,
tenebroso como pocos,
me queda el invierno,
me queda el resfrío;
te quedan las horas de lluvia
y las uñas rotas.
¡Ego!
¡Nada de eso!
Somos los dos en uno
como una vida sola
que se vive a sí misma
en dos partes
¡¿Ego?!
¡¡Nada que ver!!

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