jueves, 14 de febrero de 2008

Bríndame tu salva



Déjame que me refugie en tus brazos
pues me cohíbe ver al dolor
parado allí en mi puerta
con sus ojos de fuego desnudándome el alma.
Déjame que me acurruque en tu regazo
como una niña asustada,
poco me importan las apariencias,
no tengo deseos de sentirme fuerte ahora.
No me cierres los brazos porque tengo miedo,
miedo a las iniquidades de los arrogantes,
a la arrogancia de los egoístas,
a la superioridad de los tremebundos.
No me cierres los brazos porque me haces falta,
quiero tus manos en mi espalda
espantando los puñales traicioneros,
curando las heridas, espantando los fantasmas.
Déjame que me refugie en tu pecho
y que sienta tu corazón latiendo
para así aferrarme a la vida
que corre por tu cuerpo brindándome esperanza.
Déjame que me haga una con tu piel
pues me aterra ver la soledad
relamíendose los labios
al verme parada en la esquina de mi cuarto.

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