martes, 26 de febrero de 2008

Karma



No pude escaparme de la vida;
la vida,
sí,
la vida.
Esa cruel compañera piadosa
que nos revuelca por el piso
o nos besa la frente
o nos cobija en invierno
o nos quema en la pira.
No pude escaparme de ella,
se le antojó
que me quedara
quien sabe para qué suerte,
si buena o mala,
si pronta o tardía.
La vida me confinó a su cuerpo,
me atrapó bajo su piel telaraña
y me cerró los ojos,
¡ah! pero no,
no los cerró del todo,
mi ojo izquierdo se mantuvo sereno
pero firme.
Y no, no pude escaparme,
pero al menos veo,
no estoy ciega,
al menos no me engañan sus infames
creadores de cuentos,
ni me motivan las falsas neuronas
sus predicadores de inventos.
Contra ellos no tengo nada,
ni espada ni guadaña,
pero ¡Ah! sí tengo la palabra
firme y duradera como la roca,
sencilla e intrincada
como la caracola.
La vida no me dejó escaparme de ella
pero yo dejé un ojo abierto.

2 comentarios:

Rey David dijo...

Cuantas veces habré pensado lo mismo...

Muy bueno el poema. Un saludo

Umbras Monstrator dijo...

Muchas gracias por pasarte por aquí, King.

Beso.